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EL MISTERIOSO MERCADER Ganador Ediciones Nogal

by - febrero 12, 2022

¡Hola! Hoy traigo un relato un poco diferente a los habituales. El 10/02/2022 salió el fallo del primer concurso de relatos que realizó Ediciones Nogal en Wattpad y he tenido la tremenda suerte de ganarlo. Me ha hecho una ilusión terrible y por ello he decidido dejarlo en el blog esta semana.

    El concurso consistía en escribir un relato limitado a una extensión de palabras, debía además empezar con la frase El desierto terminar con la frase se lo tragó el hielo y el palabra sirena resultara relevante en la historia.
    Espero que te guste, cualquier comentario que me ayude a mejorar es bien recibido 


                         EL MISTERIOSO MERCADER 


      
    —El desierto no es siempre tan seco como parece.

    —¿Qué quiere decir exactamente? 

    —Quiero decir que tal vez esto no fuera un robo, quizás a su hermano lo hayan asesinado por un ajuste de cuentas y el botín haya sido un regalo que el autor se ha encontrado sin buscarlo. 

    —¡Pamplinas! ¿Quién va a querer asesinar a este malnacido? ¿Y qué le hace pensar que voy a dejar que se ponga al mando de la investigación? 

    El señor Garaban mostraba su enfado dando un par de secos golpes con su bastón de madera de palisandro. El polvo que se levantaba de las tablillas le daba un aspecto aún más lúgubre, si cabía, al escenario del asesinato.

    —Maese Garaban, no nos conocemos, pero tal y como yo lo veo se le presentan dos opciones—Charles utilizó el encendedor de plata para prender su puro— puede ir a caballo hasta el capitolio en plena helada para avisar al comisario, dejando posiblemente que el ladrón escape, o puede confiar en mí y dejar que atrape al malnacido que ha asesinado y robado a su hermano. 

    La familia del señor Garaban había regentado el negocio de creación y venta de relojes durante varias generaciones, haciendo de él un hombre desconfiado por naturaleza. Sin embargo, el tiempo resultaba crucial a la hora de encontrar a un ladronzuelo. Estaban demasiado lejos del capitolio para que alguien llegara antes de que ese ratero se refugiara en alguna guarida de ladrones. Movía su bigote gris sopesando los acontecimientos. Sabía que ese viaje tan lejos de la ciudad para la reunión con el misterioso mercader no iría bien. «¡Este hombre es un necio! Vende la mercancía a mitad de precio» le dijo su hermano para terminar de convencerle, y ahora él estaba muerto y se habían quedado sin el dinero que llevaban para pagar el género. 

    —No aparenta ser investigador, señor Charles. ¿Por qué debería dejar que me ayude? 

  —Porque soy el único que ha venido en su auxilio y me he criado aquí. Conozco perfectamente la zona, señor.

    —No tengo muchas más opciones, pues. Charles salió de la casa alquilada donde se había producido el homicidio. 

Hizo un gesto para que Garaban lo siguiera. Fuera la nieve y el hielo lo cubrían todo. Charles llegó hasta un carruaje de toldo negro, desabrochó su capa y abrió la puerta. Garaban, sombrero de copa en mano se sentó intrigado por el destino del viaje. 

    —Fuerte temporal el que tienen aquí. 

   —Hiela todo el año.—dijo Charles.

   —No creo que sea el momento de que me enseñe el lugar.

   —No haremos turismo señor, vamos a ver a Sirena. El traqueteo de las ruedas y el sonido de las coces quería decir que estaban en marcha. 

   —¿Quién es ese tal Sirena? 

   —Esa, maese Garaban: es una dama. No pasa nada por estos lares que no sea sabido por Sirena. 

    —¿Una mujer al frente? 

  Garaban bufó. 

 Charles sonrió. 《Si este viejo supiera...》 

    —¿Y a qué se dedica? 

    —A todo y a nada. 

    —Una respuesta muy vaga, señor Charles. 

   —Sirena es una mujer que hace de todo: es comerciante, informadora… consigue lo que necesites, todas las bandas acuden a ella, es realmente buena. 

    El señor Garaban sujetaba su bastón firme sobre el suelo del carruaje. No le convencía mucho eso de la tal Sirena. Las mujeres en puestos de hombres no suelen dar más qué problemas. 

    —Disculpe mi osadía—comenzó Charles— pero no parece muy afligido por la pérdida de su hermano. Deduzco… una mala relación, ¿tal vez? 

    Garaban levantó la ceja. La insinuación le pareció descarada, pero si este hombre le iba a ayudar a llegar hasta su dinero no le quedaba más remedio que darle algo de información. 

    —Mi hermano era un ignorante, y yo un ingenuo por dejarme embaucar en este viaje. Ese es el verdadero motivo de su muerte. La parte más cara de fabricar relojes—explicaba Garaban— es la materia prima. Recibimos una carta en la relojería para reunirnos con un mercader desconocido y prometedor que ofrecía unos precios de escándalo. 

    —Comprendo. Así que… venden relojes. Garaban asintió. —Siempre me han fascinado. ¿No llevará alguno encima que sea de su propia creación? Por casualidad. 

    El señor Garabán abrió su capa y del bolsillo izquierdo de su chaleco sacó un precioso reloj de berilo dorado. Los ojos de Charles se abrieron a la vez que el carruaje paraba en seco. 

    —Ya hemos llegado. 

    Ambos bajaron y pasaron a una taberna cuya entrada se encontraba escondida en un callejón cercano. Sirena esperaba en la barra de pie, dando sorbos a una copa. El tono sosegado de Charles cambió al entrar al local. Sirena hizo un gesto y un hombre fornido se colocó frente a la puerta de entrada, Garaban comenzaba a inquietarse. Sirena se acercó contoneándose, terminó su bebida de un trago y le dio la copa vacía a Charles. 

    —¿Qué ha pasado?—preguntó Sirena sin quitar la vista del señor Garaban.

  —Nos hemos equivocado de hombre. El que nos interesaba era su hermano, aquí presente. 

     —¿Qué sucede aquí Charles? 

    Garaban pasaba la mirada de uno a otro sin entender nada. 

 —Me da igual el hombre—Sirena sacó una daga escondida en su pierna y la levantó en dirección a Charles—¿Dónde está mi maldito reloj? Garaban buscó una salida instintivamente. 

    —Por favor, señor Garaban ábrase la capa y dele el reloj a la señorita. 

    Sin esperar reacción alguna, Sirena acercó su cuchillo a la garganta de Garaban. 

    —Mi señora el reloj es una herencia familiar, por favor… 

     Garaban intentó suplicar por su vida, pero vio en sus ojos que era una inútil tarea. 

 —Os encontrarán —dijo derramando lágrimas— Alguien os buscará cuando haya desaparecido o hallen el cuerpo de mi hermano. 
La sangre negra brotaba por su garganta levemente hasta que Sirena terminó por hundir la daga. 
   —Ya no hay cuerpo— miró a Charles que confirmó asintiendo a sus sospechas— Es la ventaja de nuestro clima podemos decir que el hielo se lo tragó. 



 Balta M.R

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1 comments

  1. Estimado Balta, permítame,en primer lugar, darle la enhorabuena por el merecido premio, y por supuesto agradecerle el buen rato que me hacen pasar sus relatos, ah y si no es mucho pedirle, dígale a Sirena que con gusto tomaría una copa con ella,me parece una mujer interesante.
    Atentamente, Vizconde de Valmont

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